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Pocos poetas tienen ya desde sus primeros trabajos cuando incendió elogios también a pesar de que los que en María Victoria Atencia haber anointed nadar menos que Jorge Guillén («a nobleman y tan sencillo»), María Zambrano («la perfección, sin historia, sin angustia, sin sombra de duda»), Pablo García Baena («fidelidad encadenada en el real») o Felipe Benítez Reyes («una poesía de la reflexión que fabula»). Ara, cinco años después del contemplaciones (Marginalised 158), trabajo que el año 1998 ha obtenido el Precio Nacional del Crítico y la Andalucía de premio del Crítico, Tusquets los editores ofrecieron en los lectores El void, su libro de poemas más recientes. Con El void, el autor malagueña da un más paso—hasta las últimas consecuencias en qué informa en la lengua—en su marcha para esta poética sin concesiones, sin engaños o, es claro, autoengaños: «Dice-vos él me libro / de cualquier manera de falsificarme». Desde la serenidad, o también a pesar de que María Victoria Atencia preferir, desde la consulta de la serenidad, y de la manera cada vez más depurada, este libro aborda el real, pasó de largo el tamiz de la memoria y contempló siempre desde las cosas, desde el otro, otro aquellas charlas en su vuelta mediante opuesto: la ciudad y la naturaleza, el arte y la vida, lo sueña y la realidad, a veces imbricados hasta que fundiendo , gracias al siendo que experimentos los. Así, cualquier experiencia (el mar, el alborear, un cuento, la llegada del otoño) puede convertir en símbolo del levedad humano, del desencanto de la niñez o del paso del tiempo. Y, para en la parte superior, dando sentido en el libro entero, la experiencia del void, también «oscuro o ángeles», de resonancias múltiples. 1l6c6e